No todo lo que sientes es tuyo… y no todo lo que cargas te pertenece.
Estamos hechos de energía, pero no nos enseñaron a cuidarla. Aprendimos a encendernos, a producir, a sostener. Pero ¿cuándo aprendimos a limpiarnos energéticamente?
Vivimos rodeados de estímulos. Personas, lugares, redes, pensamientos. Todo deja una huella. Así como cuidamos nuestro cuerpo con descanso y alimentación, también es urgente cuidar nuestro campo energético.
A veces el agotamiento que sientes no viene del esfuerzo físico, sino de todo lo que recogiste sin darte cuenta. Emociones ajenas, palabras no dichas, ambientes densos. Tu energía necesita limpieza, como tu cuerpo necesita baño.
Existen formas suaves y profundas de limpiar: respiración consciente, contacto con la naturaleza, baños energéticos, meditación guiada. Lo importante es la intención: volver a ti, vaciar lo ajeno y renovar tu frecuencia. Porque cuando tu energía está limpia, todo fluye con más claridad.
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