Tu alma no necesita reparación. Solo necesita espacio para brillar.
Vivimos en una sociedad que premia el hacer, el producir, el mejorar. Pero en lo profundo del alma no hay nada que mejorar. No somos proyectos inacabados, somos memorias sagradas cubiertas de capas que no nos pertenecen.
La sanación real ocurre cuando dejamos de luchar contra nosotros mismos. Cuando detenemos el intento de ser alguien y nos permitimos simplemente ser. No se trata de corregir lo que está mal, sino de quitar lo que estorba. De recordar la verdad que ya habitaba dentro antes de que el mundo dijera lo que debías ser.
Los procesos energéticos y de acompañamiento profundo no cambian tu esencia. Te la devuelven. Cada sesión, cada silencio compartido, cada lágrima liberada, es una pieza que regresa a su lugar. Porque no estás roto: estás regresando.
0 Comments