No tienes que correr más. Tu propósito ya está dentro de ti, esperando que lo escuches.
¿Cuántas veces te preguntaste para qué estás aquí?
¿Cuántas veces sentiste que algo te faltaba, pero no sabías qué?
No estás sola. No estás roto. No estás tarde.
La idea de “buscar tu propósito” puede ser tan agotadora como desconectada. No viniste a este mundo a perseguir una misión escrita en algún libro ajeno. Tu propósito vive en ti, en tu forma de mirar, de sentir, de vibrar.
Permitir el propósito es permitirte vivir con verdad. Es darte el espacio para sentir lo que te enciende, lo que te expande, lo que te devuelve a casa. No lo vas a encontrar en una lista de metas, sino en los momentos donde tu energía fluye sin esfuerzo.
El acompañamiento espiritual ayuda a despejar lo que lo bloquea: la duda, la comparación, el miedo. Porque el propósito no es algo que se piensa. Es algo que se encarna.
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